La bella ciudad de Trogir en Croacia fue la elección ideal para descansar después de varios días de viaje y autostop.
Esta encantadora ciudad hace rato que la tenía rondando por mi cabeza, pero no se había dado el momento para visitarla. Por esto, en mi último viaje por Croacia, me di el tiempo para conocerla junto a otras ciudades que estaban en mi interminable lista de pendientes. Ni te imaginas cuantos lugares hay en esa lista, que seguro tu también tienes.
Lo primero que llamo mi atención de la pintoresca Trogir, fue su ubicación: sobre una pequeña isla, en medio de un estrecho, unida al continente y a otra isla más grande, a través de puentes.
Suena un poco extraño, pero así es. En realidad, el casco histórico de Trogir es el que se encuentra sobre una isla entre el continente y la isla de Čiovo. Este capricho de la naturaleza, muy bien aprovechado por los griegos quienes fundaron la ciudad (Tragurion) allá por el siglo III a.C, se ha transformado con el tiempo en una de las ciudades más atractivas de Croacia.
En este post encontrarás una guía para viajar a Croacia con mucha información disponible para preparar tu viaje.
Mi afán un poco obsesivo por explorar, más y más, la costa croata y conocer sus encantadoras ciudades y bellas playas, me trajó a esta pequeña isla medieval croata localizada entre la tierra y el mar. Mi experiencia en este lugar, te la contaré a partir de ahora ¡Comenzamos!
Visitando la bella Ciudad de Trogir
Siguiendo la costumbre de los útimos meses, a Trogir también llegué haciendo autostop. La noche anterior la había pasado en Primošten, distante a no más de 33 km. La idea inicial era parar más tiempo ahí, pero como no encontré lugar para alojar y el pronóstico anunciaba lluvia, finalmente decidí salir antes para Trogir. Es por esto que bien temprano en la mañana, después de pasar a comprar el desayuno a una «Pekara» (panadería) me paré en la ruta con mi cartel de Trogir. En la espera cayeron algunas gotas, pero nada importante que pudiese espantar a la pareja de franceses buena onda que pararon para ayudarme. Iban hasta Split, así que Trogir les quedaba a la pasada. Media hora más tarde ya estaba en mi destino.
La primera impresión que tuve al cruzar por la ciudad antigua cuando fui a dejar mi mochila, fue: «Pero que buen lugar para montar una ciudad, si que sabian elegir los antiguos». Me imaginé a los griegos navegando por estas aguas y encontrándose con este isla de inmejorable ubicación, perfecta para aprovechar las ventajas de la tierra y el mar y seguir explorando el Adriático. Si no estuviera ocupada, le habría puesto mi bandera y mi nombre de inmediato. Para mi mala suerte, los griegos llegaron algunos cuantos siglos antes que mí.
Después de dejar mis cosas, salí a recorrer la ciudad con más calma.
El primer paseo lo hice por el lado de la marina de Trogir, que se encuentra fuera de la ciudad antigua, frente a la Fortaleza del Camarlengo. Mi Airbnb estaba en esa zona de la ciudad, ubicada en la isla de Čiovo, por lo cual solo tuve que seguir un par de barcos para llegar a los demás. Me sorprendió la cantidad de veleros y yates de lujo que había, ya que la ciudad es pequeñita. Lo entendí todo cuando el chico de la casa me explicó que en Trogir era más barato tener un barco que en Split, y que por eso la marina siempre pasaba llena.
Los barcos, veleros y yates no hacían más que embellecer la panorámica de la ciudad al surcar las tranquilas y siempre azules, aguas del mar Adriático. Pasé varios minutos caminando entre los barcos estacionados, contemplando la ciudad. La torre de la fortaleza de Camarlengo, por el frente, se robaba todas las miradas por su inmejorable posición en el extremo oeste de la isla. Hacia el otro lado, las casas de piedra, las iglesias y las murallas que datan de la edad media, acaparaban todas las miradas por su bonita arquitectura.
Este escenario se repite bastante en las ciudades a lo largo de la costa croata, debido a la influencia veneciana, austro-hungara, griega y romana (entre otras) de la época en la que estos imperios dominaban e iban conquistando territorios en el pasado. Para nuestra suerte hoy en día, aun quedan vestigios de esos años que podemos admirar y conocer.
Luego crucé a la isla para perderme por las callejones de la ciudad amurallada de Trogir. De las murallas ya no queda mucho, ya que se fueron perdiendo con los años, sin embargo aun estan en pie las puertas de la ciudad por las cuales se puede ingresar al casco histórico de la misma forma como lo hacian en la edad media, los mercaderes y marinos que navegaban por estas aguas.
La zona antigua es pequeña y entre los estrechos pasajes se pueden encontrar muchas tiendas y restaurantes habilitados para recibir a los cientos de turistas que visitan la ciudad día a día. Esto no me gusta mucho, ya que se pierde la autenticidad de las ciudades y afecta la calidad de vida de las comunidades locales en beneficio del turismo y de personas que van solo de paso. Esto no es nada nuevo y es parte de un problema mayor que esta afectando lugares en todo el mundo: el turismo de masas.
En fin, en otro artículo les cuento más acerca del turismo masivo, por ahora volvamos a la bella ciudad de Trogir.
El centro de Trogir se podría decir que se encuentra en la Plaza Juan Pablo II. Había mucha gente en este lugar, pero al poco rato comprendí el porqué. Alrededor de la plaza se encuentran algunos de los principales atractivos de la ciudad: el palacio del ayuntamiento, el edificio de la Logia, el museo de Arte Sagrado y la iglesia de San Sebastian. Además, se encuentra la Catedral de San Lorenzo, el principal monumento de Trogir, y su bonito pórtico obra del maestro croata Radovan. Por si no fuera poco, justo al frente de la catedral están los Palacios Ćipiko (el grande y el pequeño), que destacan por su fachada gótica.
Hay muchas cosas interesantes para ver, que explicaban la gran cantidad de visitantes.
Después de pasear por la plaza, tomé uno de los callejones para alejarme de la multitud. Fue interesante darme cuenta que a medida que me alejaba del centro, comenzaban a aparecer casas «normales», no convertidas para el turismo, con ropa tendida en las ventanas y personas conversando afuera de ellas. Ahí estaban los vecinos de Trogir, viviendo con calma y ajenos a todo el ajetreo que se vivía alrededor de la plaza. Buscando esa misma calma fue que me puse a callejear por todos los pasajes de la ciudad. Creo haber pasado por todos las calles de la ciudad antigua. Mientras más me alejaba, menos gente había, menos turistas. Me fascina recorrer este tipo de ciudades medievales fortificadas, ya que nunca se sabe donde vas a ir a parar al caminar por sus estrechos pasajes.
Caminé hasta que choque con la reja de una cancha de futbol. Sí, una cancha de futbol en la isla. No estoy bromeando y no estaba bajo los efectos de ninguna «pivo» (cerveza en croata). Al llegar al final de un callejón encontré una cancha de futbol sintética, de las grandes, no de esas para jugar de a cinco y no estoy mintiendo.
Lo curioso fue que a un costado de la cancha estaba la fortaleza de Camarlengo, la misma que había visto desde el otro lado del estrecho. No había visto la cancha, ya que esta cubierta por árboles y por la propia fortaleza, por lo cual encontrarla ahí, escondida, fue toda una sorpresa.
La fortaleza no es muy grande, pero desde la torre mayor se puede ver toda la ciudad y una vista completa del estrecho. Fue construida en el siglo XV como una extensión de la torre mayor. Para ser honesto, tengo que decir que no entré, ya que además de la panorámica, en el interior no había mucho que ver.
En donde si me quede más tiempo fue bajo los árboles del paseo que hay por la orilla de la fortaleza y la cancha, en el extremo de la isla. Un lugar muy tranquilo y por donde apenas pasaban personas. Lo mejor de todo era la vista que había y el sonido del mar. El agua era casi transparente y solo ondeaba cuando pasaba algun barco. En una de las bancas vacías que ecnontré, me puse a disfrutar de la brisa que refrescaba ligeramente el calor de los últimos días de verano croata.
Después de la «casi siesta», continué caminando por la Riva de Trogir, el pintoresco paseo marítimo de la ciudad. Es un paseo amplio con palmeras y sitios para sentarse, rodeado de restaurantes con terrazas, barcos y uno que otro yate de esos de lujo. Por cierto, junto al paseo se encuentra el Monasterio de Santo Domingo, otro de los importantes y destacados edificios de la ciudad.
Por edificios y arquitectura, Trogir, por muy pequeña que sea, no se queda atrás. De hecho su particular mezcla de estilos y numerosas iglesias, torres, palacios, la fortaleza y lo bien conservado que se encuentra el casco histórico, fueron las principales razones por las que Trogir fue declarado como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, en el año 1997.
Yo no sé mucho de arquitectura, lo reconozco, pero si se admirar algo bien construido y bonito. Sobre todo los detalles de las construcciones antiguas, considerando que todos eran hechos a pulso por los escultores y artesanos de la época. Hoy en día hay máquinas que ayudan en ese tipo de cosas, por lo cual tienen aun más merito.
Si te gusta la arquitectura, Trogir es una gran opcion para ir aprendiendo a medida que se conoce la ciudad.
Después de eso fui a almorzar y a descansar un poco, ya que no había dormido casi nada, puesto que tuve que dormir la noche anterior en la playa en Primošten (cosas de mochileo).
Por la tarde volví a salir para llenarme de energía y buena vibra al ver el atardecer junto al mar, lo mejor que se puede hacer en lugares como este cuando se acaba el día.
Los días siguientes los dediqué a recorrer los rincones que me faltaban por conocer. Fue así como llegué en uno de los paseos, a un parque ubicado al otro lado de la isla, en el lado más cercano al continente. En el habían personas mayores jugando ajedrez y un juego muy popular por esta zona en el que arrojan unas bolas de acero y las tiran para darle a otra bola de color, que se encuentra del otro lado. Casi siempre he visto que lo juegan personas mayores, muchos jubilados que salen a pasear y aprovechan de pasar el tiempo con los amigos de la juventud.
Acá encontrarás seis imperdibles para visitar en Croacia en verano que te cautivarán.
Nunca supe el nombre del juego, ni tampoco se me ocurrió preguntar, pero me gustaba ver como jugaban con toda calma, con la tranquilidad que dan los años y la vida que ya esta en retirada.
Junto al parque había un puente que conectaba con el continente y ofrecía una lindas vistas del angosto canal que se formaba en esa parte de la isla y de la torre de San Marcos, otro de los antiguos edificios de la ciudad, la cual en el pasado se encontraba unida a la fortaleza de Camarlengo por una muralla. En la actualidad, donde estaba la antigua muralla, se encuentra la cancha de fútbol. Como que me da un poco de «envidia sana» con aquellos que juegan ahí con ese espectacular escenario junto al mar.
Del otro lado del canal, por la orilla, había un mercado de souvenirs que se unía a un mercado al aire libre donde vendían frutas, verduras y pescado, entre otras cosas. Por acá me quede paseando un rato, disfrutando de los aromas y colores de la comida fresca que estaba a la venta. Me encantan los mercados, aunque no compre mucho en ellos, siempre es entretenido pasear para ver que hay.
Después seguí recorriendo la ciudad, fui a relajarme bajo los árboles, a la misma banca del día anterior, cerca de la fortaleza y frente al mar hasta la hora del atardecer. Luego, aun con los ojos obnubilados por la belleza del atardecer, caminé un poco más en lo que fue el úlimo paseo nocturno por la bella ciudad – isla de Trogir.
Fue una gran elección visitar esta encantadora ciudad. Aproveché de recuperar energías, empaparme de la historia de Trogir y disfrutar de su espectacular ubicación.
Trogir se deja querer, coquetea con la tierra y el mar, pertenece a ambos, pero a nadie a la vez. Mejor dicho, todos la quieren, pero ella se mantiene imperturbable tomando lo bueno de la fertil tierra de la costa croata y la libertad que le ofrecen las aguas abiertas del mar Adriático. En el medio de todo eso se encuentra Trogir, esperandote para compartir contigo sus atractivos y virtudes que la hacen tan especial. Yo ya lo hice y no puedo más que recomendartelo. No te arrepentirás.
Información práctica para viajar a Trogir
- Dónde queda Trogir: la ciudad se encuentra a 20 km de Split y es de muy fácil acceso desde la ciudad puerto. Además, esta a menos de 6 km del aeropuerto de Split.
- Alojamiento en Trogir: yo me quede en un Airbnb ubicado apenas al cruzar a la isla de Čiovo. Si no encuentras alojamiento en la ciudad, es bastante recomendable alojarse en Split e ir por el día, bien temprano, a pasear a Trogir dada la cercanía entre ambas ciudades.
- Idioma y moneda: el idioma de Croacia es el croata. El inglés lo hablan muy bien los croatas, por lo cual no vas a tener problemas para comunicarte. Por otra parte, la moneda que se utiliza es la kuna croata. En Croacia no se ocupan Euros aunque es muy posible que en algunos lugares acepten Euros, pero a un tipo de cambio no muy favorable. La disponibilidad de cajeros automáticos y oficinas de cambio es muy amplia.
- Lugares para visitar en Croacia: La mejor época es hacerlo en verano, ideal un poco antes o después de la temporada alta para evitar las grandes multitudes.
Gracias por llegar hasta al final, espero que te haya gustado este breve resumen de mi viaje por la bella ciudad de Trogir, un lugar que no te dejará indiferente.
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Pato | En Modo Viajero
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