Como la ciudad de las mil ventanas es conocida la antigua ciudad de Berat, ubicada al sur entre las montañas, en el hermoso país de Albania.
Yo le puse la ciudad de los mil ojos (o dos mil, o más), ya que me imaginé en cada una de aquellas ventanas a los habitantes de Berat mirando a quienes llegan a la ciudad, casi como escanéandolos, a medida que van apareciendo por la orilla del río Osum.
Seguro fue porque así me sentí cuando llegué a la ciudad al bajar del auto de la familia albanesa que muy gentilmente paró para llevame hasta la ciudad cuando estaba haciendo autostop a las afueras de Lushnjë, lugar hasta donde también había llegado haciendo dedo.
Recuerdo que hacía mucho calor ese día. Apenas bajé del auto agarré mis cosas y me puse debajo de un árbol para capear las altas temperaturas del verano albanés y buscar alojamiento. No fue difícil, ya que a los pocos minutos encontré un hostel en el barrio de Mangalem, una de las tres partes que componen el centro histórico de la antigua ciudad de Berat, justo a los pies de la colina del Castillo de Berat o Kalaja, otra de las zonas históricas de la ciudad.
El hostel estaba en una bonita casa contruida en roca y madera y tenía una hermosa vista del río Osum y del barrio de Gorica (al otro lado del río), el último de los tres barrios que forman la antigua ciudad de Berat.
El hostel lo administraba una familia albanesa muy simpática, con quienes me quede conversando y tomando el café turco que me ofrecieron apenas llegué. Los albaneses son muy hospitalarios.
Después de descansar y esperar a que el sol bajara un poco, salí a caminar por la ciudad con algunos de los datos que me habían dado en el hostel. Lo primero que hice fue cruzar el puente peatonal sobre el río Osum que conecta la zona de Mangalem y Gorica. Me quede un rato por el puente, ya que hay una gran panorámica de la ciudad antigua y de la colina del castillo. Las casas, principalmente pintadas de blanco, se ven como apliladas una sobre otra, desordenadas, a los pies de la imponente colina.
Luego fui a caminar un poco por Gorica, donde se repetía la misma escena. Antiguas casas de piedra y tejas, callejones adoquinados y la tranquilidad propia de un barrio en el que apenas hay un par de calles peatonales. Es una zona residencial pequeña que se recorre en cosa de minutos. Sin embargo, yo me quede varios más, ya que esta zona de la ciudad ofrece una panorámica aun mejor de Mangalem, el resto de Berat y las montañas que la rodean.
Me gusta mucho recorrer estas pequeñas ciudades. Se siente como si el tiempo corriese más lento. La gente va a otro ritmo y hacen todo con más calma. Tienen tiempo para saludar, cosa que ya no se ve mucho en las grandes ciudades, ya que la gente corre a la reunión, al trabajo a la universidad ¡a todos lados! y ni tiempo tienen para levantar la cabeza.
Seguí caminando sin prisa, al ritmo de Berat, hasta uno de los orgullos de la ciudad y de toda Albania: el puente de Gorica. A simple vista parece un puente descuidado y simple, un puente. Sin embargo, el puente de Gorica es uno de los puentes otomanos más antiguos y populares de Albania. Aunque en su origen fue contruido en madera (1780), fue reconstruido en piedra en la decada de 1920. El puente une la zona de Gorica y Mangalem.
En el puente habían algunas personas pescando, tratando de sacar algo del escualido caudal del río. No creo que hayan tenido suerte, pero seguro que pasaron una linda tarde. Yo me quede mirandolos un rato y disfrutando de la suave brisa que corría por el lecho del río.
Después fui a comer algo y volví a salir, pero esta vez a la zona más moderna de la ciudad. Habia un animado boulevard con bares y restaurantes que corría junto a un parque. El calor había dado paso a una agradable brisa veraniega que calentaba la noche de Berat. A esa hora ya estaban todos en la calle. No se de donde había salido tanta gente. Los más jóvenes se divertían en los bares, mientras que las familias y los más chicos, lo hacian paseando y jugando en los juegos mecánicos que habían instalados en una plaza, al final del boulevard.
La tranquilidad de la tarde había quedado atrás. Y estaba bien. Había que aprovechar el verano. En eso también estaba yo.
Me quede paseando un rato por el centro, intenté vender mis pulseras en el boulevard (sin éxito) y luego me fui a dormir. Estaba cansado y al otro día tocaba levantarse temprano para subir hasta el Castillo de Berat.
Por la mañana, después del desayuno que daban en el hostel, salí para la colina. A pesar de la hora, el calor ya pegaba con todo. Me lo transpiré todo.
Ya arriba, me fui directo al mirador que daba hacia el río para encariñarme aun más de la ciudad. Se ve todo Berat. La zona antigua y la moderna, el cauce del río Osum y las montañas que la rodean. No imaginaba otro lugar mejor para poner una fortaleza.
Tanto el castillo como el casco antiguo (Mangalem y Gorica), fueron inscritos como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2008, gracias a la arquitectura de estilo único que se ha conservado a lo largo de la historia, la cual ha incorporado la influencia de todas las civilizaciones que han pasado por estas tierras. Todo esto, ha elevado a Berat, como uno de los centros culturales más importantes de todo el país.
El Castillo de Berat no es un castillo como el que uno podría imaginar, como el de las películas. Este castillo tiene la particularidad que en su interior aun viven personas, de hecho es considerado un barrio más de la ciudad. Al interior del castillo, entre antiguas iglesias, mezquitas y ruinas, la vida continua como en los viejos tiempos, como en los antiguos tiempos, impune a las vueltas del reloj. Un barrio, un mundo, muy diferente al Berat que yace a los pies de la colina.
La historia dice que ya por el siglo IV a.C, se erigía un castillo en la colina, el cual con el tiempo fue reforzado en piedra en su perimetro, dándole la figura que se ve hoy en día.
Fue un lujo poder caminar por las calles del antiguo castillo de Berat, o mejor dicho, por el barrio del castillo de Berat, ya que sus habitantes le dan vida a un monumento histórico que se niega a quedar en el pasado, relegado por la moderna ciudad que se ha desarrollado a sus pies.
El castillo de Berat fue el último gran paseo que hice en la breve, pero entretenida visita a Berat. Quedó pendiente una excursión por el río hacia las montañas, sin embargo tengo esperanza en volver para visitar más en profundidad la zona, pasear por la pintoresca ciudadela del castillo y ser observado por los ojos invisibles que hay detrás de la ciudad de las mil ventanas.
Información práctica para viajar a Berat en Albania
- Dónde queda Berat: la ciudad de Berat queda al sur, a unos 100 km de Tirana, la capital de Albania.
- Cómo llegar a Berat: se puede llegar en bus desde Tirana facilmente. Si no tienes mucho tiempo, una opción es salir bien temprano por la mañana y volver a Tirana en la tarde, con el último bus. Para saber los horarios de salida, lo mejor es preguntar en el lugar en el que te estes quedando o ir directamente a la terminal sur de buses de Tirana, ya que la información que ronda en internet suele estar desactualizada.
Si tienes algo más de presupuesto, otra buena alternativa es arrendar un auto para viajar a Berat y a otras ciudades que desees visitar.
En esta publicación te cuento como es viajar haciendo autostop por Albania.
- Idioma y moneda de Albania: el idioma de Albania es el albanés, un idioma muy difícil de aprender. El Albania también se habla mucho italiano (es como la segunda lengua) y griego (más al sur). Inglés se habla en las zonas más turísticas, por lo cual no debieras tener problemas. El español casi no se conoce, salvo por la música. Por otra parte, la moneda que se ocupa en Albania es el Lek. El euro también es muy bien aceptado, aunque corres el riesgo de perder un poco en el cambio. Casas de cambio hay muchas, al igual que cajeros automáticos, en las grandes ciudades.
- Cómo son las personas de Albania: para mi, la gente de Albania es de las más amigables y hospitalarias que he conocido. Yo pasé casi seis meses en el país, viajé haciendo autostop y a veces anduve un poco perdido sin saber el idioma, sin embargo siempre hubo gente dispuesta a ayudarme a pesar de la barrera idiomática. A los albaneses les gusta que visiten su país y te lo hacen saber.
- Es seguro Albania: a pesar de lo que se diga en los medios, Albania me pareció un país muy seguro para viajar. Como lo mencioné antes, la gente de Albania es muy amable. A pesar de esto, siempre es bueno tomar las precauciones necesarias que te permitan estar tranquilo y seguro, ya que nadie esta libre de que ocurran situaciones desagradables durante el viaje.
- Control fronterizo en Albania: Albania comparte frontera con Montenegro por el norte, Kosovo en el noreste, Macedonia del Norte por el este y Grecia por el sur.
El control fronterizo en Albania es bastante expedito. Es más, ni siquiera te sorprendas si no te timbran el pasaporte, ya que no lo hacen. Solo lo pasan por el lector electrónico. Crucé varias veces la frontera entre Montenegro y Albania, incluso a dedo, y nunca me timbraron el pasaporte.
Gracias por llegar hasta acá y acompañarme en este viaje por la ciudad de Berat, en Albania. Una ciudad muy linda que bien vale una visita, en un país que aun se encuentra alejado de las rutas turísticas tradicionales. Es toda una joya que merece ser explorada.
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¡Saludos viajeros!
Pato | En Modo Viajero
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