En la hermosa ciudad de Brujas, en Bélgica, hice mi último viaje, más o menos en normalidad, antes de la cuarentena impuesta por el Coronavirus.
Digo normalidad a medias, ya que mi cabeza y mis preocupaciones estaban puestas en las noticias que venían de España, acerca de como iba evolucionando la situación y las medidas que se estaban tomando para evitar la propagación del Covid-19.
¿Qué tenía que ver España en todo esto, si estabas en Bélgica? Mucho.
Te lo resumo. Resulta que tenía programado un vuelo para volver a Chile desde Barcelona para la primera semana de Abril y en la fecha en que llegué a Bélgica y antes, en Holanda, el Coronavirus se desató, siendo España junto con Italia, los principales focos de contagios y fallecimientos. Como no quería perder el vuelo, estaba muy atento a las medidas que se estaban adoptando en Europa. Italia ya había cerrado sus fronteras y otros países lo estaban pensando.
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En principio, me iba a quedar más tiempo en Bélgica y seguir viajando por otros países antes de viajar a Barcelona. Solo iba a llegar algunos días antes del vuelo. Sin embargo, con la compleja situación que se estaba viviendo a causa del Coronavirus, cambié totalmente mis planes y después de Brujas me fui directo a España, por miedo a quedar fuera del país en caso de que cerrasen el tránsito para viajeros. Fue una decisión acertada, ya que dos días después de mi llegada a España se decretó el estado de alarma en el país con cuarentena obligatoria y prohibición de viajes. Por suerte, pude viajar a Chile incluso antes de la fecha del vuelo, sin problemas.
Por lo anterior, fue que mi viaje por Brujas lamentablemente solo duró un día. Me hubiese encantado quedarme más tiempo, ya que la ciudad me fascinó y merece ser recorrida con calma y a gusto. Sin embargo, por esas cosas impredecibles de la vida, de los viajes, mi estadía se vió interrumpida forzosamente. No tenía muchas opciones.
Quedé con ganas de seguir en la ciudad, incluso lo pensé varias veces: «¿Y si me quedo un día más? Está linda la ciudad. Después veo como llego a España, así aprovecho de ir a Bruselas». Claro, también me quede con las ganas de ir a Bruselas. Con lo que me habían recomendado tomar cerveza por allá.
En fin, como dice la canción: «lo que pasó, pasó». No me pude quedar más tiempo en Brujas, pero igual alcancé a recorrer la ciudad y algunas de las cosas que vi durante mi paseo, son las que quiero compartir contigo desde ahora. Acompañame viendo algunas fotos, mientras te cuento como fue mi breve viaje por la linda ciudad de Brujas, en Bélgica.
Llegando a Brujas, Bélgica
A Brujas llegué desde Rotterdam, en los Países Bajos (Holanda), de madrugada y bajo una copiosa lluvia. Como era muy temprano para ir al hostel, tuve que quedarme unas horas en la estación de trenes esperando para ir al alojamiento. Con un par de cafés, aguanté el frío y también el sueño, ya que no dormí mucho en el bus.
Cuando salí para el hostel, me dí el lujo de atravesar el centro de la ciudad. Digo lujo, porque lo es. Apenas comencé a caminar por las calles de piedra y las bonitas casas, la mayoría de color rojo por los ladrillos que hacían juego con el color de sus tejas, se me abrieron los ojos. Y no era por el café, sino que por la belleza de la ciudad. Ni la lluvia que me acompañaba, pudo empañar mi primer paseo por Brujas. Ya estaba mojado así que daba lo mismo.
Por la hora y por la misma lluvia, se veía poca gente en las calles. Ni siquiera en la espectacular Plaza Mayor (Markt), se veía mucha gente. Me quede un par de minutos acá mirando la llamativa torre medieval de Belfort, los edificios de los alrededores y sus bonitas fachadas. No había visto una plaza como esta antes. Cuando se puso a llover más fuerte tuve que seguir buscando el hostel, ya que no quería que se mojaran el computador y la cámara.
Después de instalarme y esperar a que la lluvia parara, salí de nuevo a recorrer la ciudad. En el rato que estuve en el hostel, aproveché de revisar las noticias que venían de España, ya que de lo que pasaba allá,dependía mi estadía en Brujas y el resto del viaje. Tenía que saber lo que pasaba.
Ya en la calle nuevamente, lo primero que hice fue volver a la Plaza Mayor. Es que es muy linda. Las casas medievales, la imponente torre y el edifico gótico del Palacio Provincial te hacen girar la cabeza en 360°, a lo exorcista. Parecía perro girando en círculo, mientras observaba la plaza. Estaba todo muy cuidado, limpio e impecable. Después continúe el paseo, ya que se estaba haciendo tarde y quería aprovechar al máximo la luz natural.
Caminé lo más que pude, en una ciudad que parecía dormida. No habia mucha gente en la calle, varios negocios estaban cerrados y tampoco habían viajeros. Apenas me crucé un par al llegar a los antiguos molinos de viento del parque Kruisvest. El molino de Bonne-Chièremolen de 1844 fue el primero que vi, apenas me asomé al parque después de dejar atrás la Puerta de Santa Cruz (Kruispoort), uno de los accesos que tenía la antigua ciudad amurallada de Brujas. El otro que estaba cerca era el molino de Sint-Janshuismolen, del año 1770. Se veían imponentes sobre las colinas que los sostenían. En el silencio y la tranquilidad que me rodeaba, me imaginé estar acá en verano o primavera haciendo un picnic con los amigos a los pies de los molinos, con una buena cerveza y unas papas fritas. Seguro que el parque se llenaba durante la temporada de buen clima.
Después me perdí entre calles adoquinadas, canales y puentes. Paseando por la ciudad, entendí la razón por la cual Brujas se llamaba Brujas. El nombre no tiene nada que ver con que en el pasado la ciudad hubiera sido casa de hechiceras, sino que con algo que se puede ver hasta el día de hoy en todos lados: los puentes. La palabra «Brujas» viene del neerlandés «Brug» que sígnifica puentes y como la ciudad tiene muchos, adoptó como el nombre el plural de esta palabra «Brugge».
Me sorprendió la tranquilidad de la ciudad. Tenía entendido que Brujas era la ciudad más visitada de Bélgica, pero no lo parecía. Pensé que era el clima, ya que estaba frío y llovía a ratos. También pensé en la fecha, principios de Marzo. Después me enteré en el hostel que debido al Coronavirus habían ciertas restricciones y había bajado la cantidad de visitantes. Por una parte era bueno, ya que las ciudades con mucha gente no me gustan mucho, pero por otra muy preocupante, ya que el virus se estaba propagando rápido por todas partes, afectando el día a día de la gente.
Después de revisar las noticias en el hostel, finalmente decidí viajar a España, ya que se daba por hecho que iban a decretar estado de alarma y cerrar las fronteras en los póximos días. Medidas que también ya se estaban hablando para Bélgica y otros países de Europa. El viaje, como estaba pensado, ya no podía continuar.
Con un poco de pena por el cambio de planes y por todo lo que estaba pasando, me fui a tomar un té y a comer algo a la sala del hostel. Ni ganas me daban de tomar cerveza. En eso aparecieron una chica y un chico, a quienes reconocí enseguida como chilenos en el momento que comenzaron a hablar. Acento como el chileno no hay otro igual.
Nos quedamos conversando un buen rato de nuestros viajes y de lo que estaba pasando con el Coronavirus. Ellos apenas habían empezado los suyos, llevaban cerca de un mes en Europa y ya se les estaba haciendo difícil continuar. Fue ahí que me di cuenta, que después de todo, no era tan terrible los cambios que había tenido que hacer. Ya llevaba casi cuatro años de viaje por Europa, había visto y recorrido mucho. Sin embargo, estos dos chicos apenas habían llegado y ya estaban con problemas. Eso era más lamentable que mi caso, sin considerar las víctimas y los enfermos que estaban padeciendo las consecuencias del virus. Lo mío no era nada.
Se nos pasó la noche volando hablando de viajes, de nuestras desgracias-anécdotas viajeras y de lo que venía para cada uno. Incluso tuvieron que venir los chicos del hostel a decirnos que iban a cerrar la sala. Después de hablar tanto inglés, fue muy grato volver a hablar en «chileno», el español más único del mundo. Conste que no dijé «bonito», sino «único» y porque no, especial.
La mañana siguiente después del desayuno, salí a recorrer el resto de la ciudad. El día estaba lindo, soleado, y me quedaban algunas horas antes de emprender el viaje a Paris, la primera escala en el viaje a España.
Esta vez si que había más personas paseando. El día invitaba a salir a la calle y aprovechar los tibios rayos de sol que se dejaban caer en el invierno belga. Las fachadas relucían y las calles también, por el agua que aun permanecía del día anterior. Las flores y los parques se veían radiantes. Todo parecía perfecto.
Fue un paseo diferente. Estaba agradecido de poder estar en una ciudad tan linda como Brujas, pero a la vez triste porque no podía quedarme más tiempo. El correr del reloj no solo significaba el fin de mi viaje por Brujas, sino que también acercaba un poco más, el fin de mi viaje por Europa. Sin saberlo en ese minuto, Brujas fue la última ciudad que pude visitar con cierta normalidad, ya que en España se decretó cuarentena obligatoria, dos días después de mi llegada.
Entre canales y puentes, con sentimientos encontrados, prometí volver a Bélgica y a Brujas. A comer una barra de chocolate, a beber una cerveza y unas papas fritas, a pasear por sus parques, a caminar al lado de sus canales y subir a la torre de Belfort para admirar todo el centro histórico de esta hermosa ciudad, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO (año 2000).
A pesar de que en Brujas, no hay brujas, la ciudad hechiza igualmente y haciendo honor al encantamiento, espero volver en el futuro, cuando todo vuelva a la «normalidad» y podamos movernos libremente.
Muchas gracias por leer el resumen de mi breve viaje por Brujas, en Belgica. Lamentablemente a causa de las condiciones provocadas por la pandemia del Coronavirus, no pude conocer la ciudad a gusto. Como a muchos otros viajeros más, la crisis nos encontró en la ruta y módifico nuestros planes. Un problema menor, ya que lo importante es cuidar nuestra salud y la de nuestra gente. Manteniendonos sanos, es cosa de tiempo para volver a viajar.
Perdón si la página no carga muy rápido, pero quise agregar varias fotos de la ciudad, para que vieras lo linda que es Brujas.
Una última cosa, ayúdame compartiendo esta publicación para que llegué a más viajeros ¡Muchas gracias!
¡Saludos viajeros!
Pato | En Modo Viajero
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