De Bucarest a Sibiu: Viajando a dedo por Rumania

Después de unos días en Bucarest, tocaba continuar el viaje a dedo (haciendo autostop) hacia Sibiu, ciudad de Transilvania, en el centro de Rumanía.

Mis días en Bucarest fueron muy tranquilos. Era la segunda vez que estaba en la ciudad y ya sabía como moverme. El tiempo también ayudó. Estuvo muy cálido y solo la brisa que refrescaba por la tarde me recordaba que aún era primavera y no verano. Estuvo tan bueno que me animé a vender mis postales y pulseras en un parque de la ciudad. La última vez fue en febrero cuando lo hice en un parque de Tirana (Albania) aunque sin mucho éxito. Se sintió bien volver a la calle y conversar con la gente sobre viajes, aprender nuevas palabras y conectar un poco más con el país.

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«Traviajando» en Bucarest.

Estaba viajando a dedo desde hace casi 10 meses y en Rumanía la idea era seguir haciendo lo mismo. Había tenido una buena experiencia cuando viajé desde Veliko Tarnovo (Bulgaria) a Bucarest, ya que dos conductores rumanos me levantaron en el tramo entre la frontera y la capital. Fueron muy buena onda.

Había escuchado que hacer autostop en Rumanía o viajar a dedo (como quiera que le llames), era una práctica relativamente común, por lo cual era fácil conseguir viajes. Lo mismo había leído de Albania y la verdad no me había ido muy bien. Por ello estaba con mucha incertidumbre y expectante a lo que podía pasar al salir a la ruta.

En realidad, esa es la principal sensación al hacer dedo, ya que nada es seguro. Cualquier cosa puede pasar.

Lunes santo: viajando a dedo desde Bucarest a Sibiu


Después de tomar desayuno, salí del hostal para iniciar el viaje. El día estaba ideal para hacer dedo: temperatura media y con un poco de nubosidad. La suficiente para tapar el sol que se siente siempre más fuerte al estar sobre el asfalto cuando los minutos pasan y nadie para.

Había muy pocas personas en la calle a pesar de ser lunes. Sin embargo, había una explicación: era el último día libre por el feriado de la semana santa ortodoxa.

En el metro tampoco iba nadie, lo cual me alegró, ya que tener que subir al metro con las dos mochilas no hubiera sido muy fácil un día lunes normal a las 9 de la mañana.

viajando a dedo desde bucarest en rumania
Instalado a la salida de Bucarest. Buen lugar para hacer dedo.

El metro iba tan vacío que hasta tenía espacio para recostarme mientras llegaba a la estación Păcii, donde tenía que bajar. Al llegar a destino, comencé a mirar alrededor. Había una gasolinera en la que podía empezar, pero el lugar estaba rodeado de edificios y fábricas. No me parecía un buen sitio para hacer dedo, por lo cual decidí caminar un par de kilómetros y alejarme de la zona urbana.

No estaba caluroso así que no tenía problema en seguir caminando. Aproveché de mostrar un par de veces mi cartel, pero no tuve éxito. Seguí caminando hasta que finalmente encontré el lugar perfecto a la salida de una fábrica. Había espacio suficiente para parar y los autos no pasaban rápido. Ahí me quede.

Veinte minutos más tarde hice contacto visual con una pareja, quienes pararon 30 metros más adelante en medio del tráfico. Agarré las mochilas y corrí al auto mientras escuchaba algunos bocinazos que comenzaron a sonar por el auto que estaba parado. Metí las mochilas como pude y me senté en la parte de atrás del auto de mis nuevos compañeros de viaje.

Autostop desde Bucarest a sibiu
La pareja que me recogió en Bucarest.

La pareja era rumana y volvía a Pitești después de pasar el fin de semana en Bucarest. Eso fue lo que les entendí, ya que no hablaban inglés ni menos español. Después de la presentación, no hablamos mucho más. Entre ellos tampoco hablaron demasiado. Escuchaban música y apenas intercambiaban algunas frases que no entendía por más que parara la oreja. Me puse a mirar los paisajes de Rumanía por la ventana y me llamó la atención que no había ninguna montaña.

La carretera corría entre una llanura donde ni siquiera una pequeña colina se lograba ver. Uno que otro pueblo aparecía de vez en cuando junto a la carretera cambiando la monotonía del paisaje.

viajar a dedo en bucarest
Postales de Rumanía.

De vez en cuando la mujer me hablaba en rumano, olvidando que no le entendía nada. Me señalaba cosas por la ventana que no alcanzaba a comprender y luego se daba vuelta y continuaba mirando hacia al frente y cambiando la radio. Trataba de entenderle, pero apenas podía captar la idea de lo que quería contarme.

Quería conversar más con ellos así que intenté algunas frases en una mezcla de inglés, español y hasta italiano. No hablo italiano, pero a veces chamullo con el poco vocabulario que tengo para ver si algo se entiende. Solo atinaban a reirse, ya que tampoco entendían mucho.

Para mi sorpresa, casi al final del viaje el conductor me cuenta que sabe algo de español. No sé por qué no lo dijo antes. Hablaba un español rústico, pero logramos entendernos igual. Creo que lo confesó después de las tres canciones de reggaetón, Daddy Yankee incluido, que sonaron en la radio. El reggaeton y Daddy Yankee han sido parte de mi banda sonora en varios de mis viajes a dedo.

Después de poco más de una hora llegamos a Pitești. Me dejaron junto a una estación de trenes en el sur de la ciudad, por lo cual luego de despedirme caminé hacia el centro para buscar un buen lugar y seguir el viaje.

Pitesti Rumanía
Lindo edificio en Pitești .

El mapa mostraba que estaba a más de 8 km de distancia de la carretera que iba a Sibiu. Era un largo camino, pero decidí seguir para conocer un poco de la ciudad.

Pude ir en bus como me lo sugirieron un par de personas cuando pasé frente a una parada, pero tenía tiempo y el día estaba lindo. Antes de alejarme de la parada les agradecí la sugerencia con un “Mulțumesc” y continúe con el paseo por el centro de Pitești.

En la avenida principal no había mucho movimiento. Casi todo estaba cerrado por el feriado.

Cuando llevaba como 6 km pensé: «debí haber tomado el bus». La mochila comenzó a pesarme y quería comer algo. Seguí la caminata después de parar en una gasolinera a comprar agua y unos snacks para el viaje. Realmente lo necesitaba.

Al llegar al final de la avenida principal, al cruce con la carretera, no encontré ningún buen lugar para parar. Había poco espacio y los autos pasaban muy rápido. No me quedó otra que seguir caminando.

Después de un kilómetro encontré el lugar perfecto en la salida de una zona de descanso de camiones. Ya no quería caminar más así que ahí me quede.

Autostop a sibiu desde bucarest
Listo para otro viaje.

Habían muchos autos, lo cual suele ser bueno, pero no era el caso, ya que la mayoría de los autos iban llenos. Todas las familias que habían viajado por el fin de semana largo aparentemente habían aprovechado la mañana para volver a casa. Hasta algunos perros y gatos pude ver en las ventanas de los autos que pasaban por mi lado sin parar. Esto significaba que no había espacio disponible para mochileros o por lo menos no eran prioridad.

Después de dos horas paró un camión de una cabina unos metros adelante de donde estaba. El conductor se bajó para contarme que no iba a Sibiu, pero que me dejaría en un buen lugar para continuar el viaje. Feliz trate de subirme con la mochila, pero no había espacio en la cabina para todos. Al verme, el chico me pidió la mochila para amarrarla a la parte trasera de la misma forma que lo hacía con los autos que tenía que remolcar cada vez que lo llamaban para un servicio. Al principio me preocupé un poco, pero se me pasó rápido. Lo peor que podía pasar era que la mochila se soltara en medio de la carretera, pero era muy poco probable.

viaje a dedo entre bucarest y sibiu
¡Mi mochila! Igual temí por ella, pero el amigo rumano tenía todo controlado.

El chico hablaba inglés e iba hacia Ramnicu Valcea (Râmnicu Vâlcea) después de terminar la jornada de trabajo. Era muy buena onda. Nos fuimos conversando todo el camino. De sus viajes y de los mios, de Rumanía y de Chile, de sus motos y autos. Incluso me pasó su celular para que viese las fotos de sus viajes. También era viajero.

El viaje se hizo muy corto. Una hora después ya estaba parado de nuevo en la ruta, cada vez más cerca de Sibiu.

Autostop en Bucarest Rumanía.
La vista de la carretera arriba del camión.

Me dejó en un buen lugar. Había bastante espacio y los autos iban a una velocidad con la que podían verme bien.

Solo quince minutos después paró un chico en una camioneta quien me cuenta que va directo a Sibiu. Además, me dice que ya me había visto antes en la ruta, en Pitesti, cuando pasó en esa dirección para recoger algunos suplementos para el restaurante en el que trabajaba.

viajar haciendo autostop en bucarest
La selfie junto a la ruta en el último tramo a Sibiu, ¿Se entiende, no?

Después de agradecerle por recogerme y conversar un poco acerca del viaje, cada uno se fue en lo suyo. Él manejando lo más rápido posible, atento al camino y escuchando música y yo mirando el paisaje con las montañas y el río Olt como principales protagonistas.

La carreteta en gran parte del viaje iba junto al río, zigzagueando entre las montañas. Todo era muy verde, ni comparado con lo que había visto a la salida de Bucarest.

Me fui pegado a la ventana disfrutando de las vistas de las montañas en el último viaje del día.

Autostop por Rumanía
Linda la ruta entre las montañas.

Cuando faltaban los últimos kilómetros, Radu (el amigo rumano), me preguntó si tenía hambre. Algo tímido respondí “un poco”. En realidad tenía mucha, ya que había tomado desayuno temprano y no había comido más que galletas. Ya eran casi las 7 de la tarde.

Después de escucharme me dice que lo acompañe a su restaurante, que tiene comida y además puedo usar el wifi para buscar alojamiento si lo necesito. No me demoré ni un segundo en aceptar la invitación. No sabía que tipo de restaurante era, pero seguro comería algo distinto a pasta y arroz, comida mochilera que había repetido por varios días en las últimas semanas.

donde comer en sibiu rumania
El almuerzo-cena de frutos del mar estaba muy bueno. Queda claro donde tienen que pasar a comer en Sibiu.

El restaurante estaba ubicado en pleno centro antiguo de Sibiu, en el patio interior de un vieja casona.

Al llegar me presentó a sus compañeros quienes me miraron extrañados, como preguntando ¿Y quién es este tipo que viene con una mochila llena de banderas y otra con una carpa? Seguro le preguntaron algo así, ya que comenzaron a conversar por un par de miutos en rumano.

Luego me hicieron pasar al salón principal donde solo había una mesa ocupada. Después de acomodarme Radu me pregunta que es lo que quiero comer, a lo que respondo “lo que tengas”. Era un restaurante de comida de mar y todo se veía muy bien. No estaba como para regodearme, hace rato que no comía nada de ese tipo y lo que tuviese sería muy bien recibido.

Mientras esperaba la comida se acercaron algunos de sus compañeros a preguntar de mi viaje. Todos eran muy buena onda y estaban interesados en conversar conmigo acerca de lo que estaba haciendo. Estabamos en eso cuando llegó Radu con un plato de camarones. No duró ni cinco minutos en la mesa. Estaba riquísimo.

Al poco rato llegó uno de sus compañeros con un vaso de panacota de postre. Me lo serví en dos tiempos. Me encantó

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Con Radu después de disfrutar la comida de su restaurante.

Como muestra de agradecimiento, le regalé a todos una de las pulseras que tenía para vender. Era lo menos que podía hacer después de la atención y la buena onda. Se portaron todos muy bien.

Conversamos un poco más y luego me despedí de todos, ya que se estaba haciendo tarde y tenía que buscar un lugar para pasar la noche. Le agradecí nuevamente a Radu por recogerme e invitarme a su restaurante. Realmente no esperaba este gran gesto.

Caminé hasta la plaza principal, la plaza Piata Mare, donde me quede unos minutos disfrutando de los últimos rayos de sol que iluminaban con un tono violeta las nubes que cubrían la ciudad.

El atardecer estaba hermoso.

Qué ver en Sibiu Rumanía.
Justo a tiempo para esto. No podía estar más agradecido.

Fue la mejor forma de terminar el día. Una jornada que comenzó en Bucarest, a más de 250 km de distancia, con la incertidumbre presente sin saber que iba a pasar, si me iban a llevar, cuánto me iba a demorar y si finalmente iba a llegar a destino. Nada claro como lo es cada jornada cuando se viaja haciendo autostop. Como lo había sido durante los últimos 10 meses. Lo único claro, la única certeza con la que salía cada día a la ruta era que siempre había personas dispuestas a ayudar, personas empáticas, algunas curiosas, que se ponen en tus zapatos y apoyan con un granito de arena, con lo que pueden, al viajero, al extraño que ven parado junto a la carretera intentando recorrer su país.

Incluso algunos van más allá, como lo hizo Radu, en esta oportunidad.

Mapa del autostop entre Bucarest y Sibiu



Esta fue mi experiencia haciendo autostop en Rumanía entre Bucarest y Sibiu. Fue un viaje que me dejó muy buenas experiencias.

Espero que te haya gustado mi relato. Te recuerdo que puedes seguir mi viaje haciendo autostop por Europa en mi Instagram @enmodoviajero.

Cuéntame en los comentarios si has hecho autostop alguna vez y que te parece esta forma de viajar, o simplemente salúdame o lo que sea, para saber que estás ahí.

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Pato | En Modo Viajero

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Un comentario:

  1. Bien ahí! Relatos de autostop reales.

    Comparto el mio!

    https://trekkingenushuaia.blogspot.com/2024/08/autostop-en-rumania-consejos-y.html?m=1

    Buenas rutas!

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