Preikestolen: cumpliendo sueños en este mágico lugar de los fiordos noruegos

Preikestolen o el Púlpito, era uno de eso lugares que no me podía sacar de la cabeza y que me había autoimpuesto visitar en mi viaje por Europa. Cada una de las fotos que veía de este lugar, previo a mi visita, me hacían desear más y más estar parado sobre esa gran roca, ese capricho de la naturaleza, observando el maravilloso paisaje.

No fue fácil llegar. Pasé frío (mucho), me equivoqué de autobús y fui a dar a una pequeña ciudad en medio de Noruega, gasté el doble de dinero del presupuestado y no dormí bien por cuatro días. Pero todas esas cosas quedaron en el olvido, apenas me paré sobre la cima del Preikestolen, una fría mañana de abril.

Visitar Preikestolen es uno de esos panoramas que me atrevo a recomendarte a ojos cerrados. Claro, si te gusta la naturaleza, caminar y no le tienes miedo a las alturas. Y aunque no te guste, creo que una visita a este maravilloso lugar, es sin duda algo de lo que no te arrepentirás.

Por esto, he escrito este post con toda la información que te puedo entregar de mi visita a Preikestolen en Noruega ¡Toma nota y prepara tus botas!

Qué es el Preikestolen


Preikestolen o el Púlpito, este lugar con nombre tan raro (al menos para mí), es una formación rocosa que se alza por sobre los 600 metros en el fiordo de Lyseford en Noruega. En la parte alta de la roca hay una base relativamente plana, de unos 25 x 25 metros, que ha sido denominada como uno de los más espectaculares miradores del mundo.

Yo que estuve ahí, puedo decir que tal reconocimiento lo merece y con creces.

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En la cima del Preikestolen.

Cómo visitar el Preikestolen


Hay dos opciones para llegar al sendero e iniciar el ascenso:

  • En auto: es la opción más cómoda de todas. Si tienes auto debes tomar el ferry en el puerto de Stavanger hasta Tau y luego conducir hasta el estacionamiento base de Preikestolen, previo al inicio del sendero. Hay un cargo extra por el estacionamiento.
  • Combinación ferry + bus: La opción del pueblo. Hay un ticket combinado de ferry y bus que se inicia en el puerto de Stavanger para tomar el ferry a Tau. Luego continúa en bus hasta el estacionamiento base, antes de comenzar la caminata.

El ticket lo puedes comprar directamente en el puerto o por internet desde esta página: Go Fjords.

El viaje en ferry dura cerca de 30 minutos, mientras que el viaje en bus dura 25. Acá puedes ver los horarios de salida y llegada en ambas direcciones: Horarios.

Ten presente que los horarios cambian según la temporada.

Ferry Stavanger a tau Noruega
El ferry que une Stavanger con Tau.

Mi visita a Preikestolen


Visitar Preikestolen era un sueño. Pararme sobre ese imponente mirador era algo que tuve en mi cabeza por meses antes del viaje. Pero no fue fácil llegar hasta ahí.

Antes de llegar a Stavanger, había pasado una noche en Oslo usando Couchsurfing y un día completo viajando en bus entre la capital y Sogndal, una pequeña ciudad en el centro de Noruega. Me equivoqué al comprar el ticket y fui a parar a ese lugar, a ocho horas de distancia de Oslo y quince de Stavanger, perdiendo tiempo y dinero. Aún no puedo entender cómo me fui a equivocar de esa manera. A mi favor, puedo decir que la página estaba solo en inglés y noruego, por lo cual no pude entender bien lo que decía.

Mirando el lado positivo, el pueblo tenía lo suyo: estaba ubicado en medio de un fiordo, rodeado de montañas de picos nevados e imponente naturaleza. A decir verdad, me encantaría volver a Sogndal en otras circunstancias, con tiempo y queriendo estar ahí, no por casualidad. Tengo que darle una oportunidad para cambiar este ingrato recuerdo.

Arribo a Stavanger desde Oslo


Arribé a Stavanger desde Oslo, con una parada en Kristiansand para cambiar de autobús. Fueron cerca de 8 horas de viaje en total.

Llegué por la tarde a la ciudad. No tenía alojamiento, por lo cual me conecté al Wifi de la estación de autobuses para buscar algo. No tuve suerte. Bueno, no mucha. Habían alojamientos disponibles, pero todos estaban carísimos, muy por sobre mi presupuesto. Por lo cual tuve que tomar una decisión. Después de dar una vuelta por los alrededores, finalmente decidí pasar la noche en la estación de autobuses. Me quede hasta el cierre en la estación de trenes (12 de la noche). Después de esa hora, me moví a la de autobuses. Lamentablemente, también cerró temprano, por lo cual tuve que dormir apoyado a una de las paredes, bajo el techo del estacionamiento. No era la primera vez que pasaba la noche en una estación, pero si la primera en Noruega.

Atardecer en Stavanger
Atardecer en Stavanger.

Hacía frío. Me puse toda la ropa que tenía y unos guantes que un tipo me había dado en la estación de trenes unas horas antes en una extraña situación.

El hombre estaba en los asientos frente a mí en el hall del edificio. De pronto se acercó para ofrecerme café. Tenía un tarro de café instantáneo y quería darme un poco. Yo lo miré extrañado y amablemente le dije que no quería. La verdad si quería, pero no tenía de donde sacar agua caliente. Después de unos minutos, sacó de su bolso un par de guantes y me los tiró, literalmente. Antes que que pudiese decir algo o intentar devolverselos, se paró y se fue sin darme tiempo a nada. Ni se despidió.

Se notaba que estaba con unas copas de más, ya que al salir chocó con la puerta automática del edificio. Fue muy raro, parecía que sabía que iba a pasar la noche afuera y que al día siguiente iba a Preikestolen.

No dormí mucho. El lugar era seguro, pero cada cierto tiempo llegaban buses que me despertaban e interrumpían mi “descanso”. Un par de veces me paré para caminar por los alrededores y no pensar en el cansancio ni el sueño. No fue fácil al principio, pero a medida que se acercaba la mañana, el cansancio se transformó en ansiedad y éxtasis. Cada vez faltaba menos para conocer el Preikestolen.

Apenas abrió la estación, guardé mi mochila en uno de los casilleros y fui a comprar algo para el desayuno y provisiones para la gran jornada en la montaña. Un café bien cargado fue lo primero que tomé.

Comienza la aventura: Ascenso al Preikestolen


Caminé cerca de 10 minutos hasta el terminal de Fiskepiren para tomar el ferry a Tau. Compré el ticket combinado (ferry + bus) en un stand fuera de la terminal.

Media hora después ya iba camino a Tau. El ferry estaba prácticamente vacío. Lógico. Era abril, hacía frío y la temporada de vacaciones aún se veía lejos.

Cuando llegamos a Tau nos subimos al bus que estaba esperando a quienes venían en el ferry para continuar el viaje hasta el estacionamiento base. No éramos más de 10 personas a bordo.

Al bajar del autobús para empezar la caminata, sentí unos tímidos copos de nieve caer sobre mi cabeza. En Stavanger estaba despejado y hasta caluroso. Pero acá era diferente. Estaba nublado y en los alrededores se podía ver algo de nieve de las nevadas pasadas.

Para ser sincero, no había revisado el pronóstico. Había nevado por la noche en Stavanger, pero no pensé que habría el mismo escenario junto a la montaña. Gran error.

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Este fue el paisaje que encontré al comenzar a subir.

Por suerte iba preparado: tenía mis botas de montaña caña alta, un buzo cómodo, poleras y polerón térmico, además de un cortaviento impermeable y los guantes que me habían dado el día anterior. Benditos guantes.

Me arregle un poco y comencé a subir, no quería perder tiempo.

El sendero estaba perfectamente señalizado y era fácil de seguir. Lo malo, pero a la vez hermoso, fue que a medida que avanzaba y subía, más nieve encontraba en el camino.

Después de unos minutos, llegué hasta un plano donde hice una pausa para contemplar el paisaje. Se podía ver claramente el estacionamiento desde donde comienza el sendero.

Había una linda vista, pero debía continuar. Apenas había comenzado.

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Vistas desde el sendero. Este es el lago Revsvatnet.

Entre los árboles se dejaba ver de vez en cuando el lago de Revsvatnet, reluciente gracias a los desafiantes rayos de sol que se revelaban contra las nubes cubrían practicamente todo. No podía más con el paisaje, bellísimo.

Seguí caminando. A pesar de estar un poco resbaladizo, el sendero de piedra estaba perfecto. Metros más adelante encontré la explicación al buen estado del camino. Resulta que entre el año 2013 y 2014, Sherpas traídos de Nepal, estuvieron trabajando para mejorar las condiciones de la ruta. Ahora todo tenía sentido.

Sherpas de Nepal en preikestolen
La huella de los Sherpas de Nepal en Preikestolen.

Después del camino de piedra, la pendiente se normalizó y ya no había que seguir subiendo, al menos por algunos metros. El panorama era espectacular. Pequeños ríos se abrían paso en medio del manto blanco que lo cubría todo. Apenas se veían las huellas dejadas en el sendero por quienes ya habían pasado por ahí.

Una pasarela de madera, que había en el medio, ayudaba mucho en el desplazamiento. Apenas se podía ver.

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Qué lindos paisajes nevados.

Acá hice otra pausa. Me saqué los guantes y me quede unos minutos tomando fotos. Estaba solo. En realidad creo que no. La imponente naturaleza a mi alrededor, los árboles, las laderas nevadas, el sonido del agua corriendo por los riachuelos, el canto de algunas aves y los copos de nieve que a ratos se dejaban caer, me abrigaban en ese momento de intimidad con la montaña. A pesar del frío (no me gusta el frío) y el cansancio, me sentía con más energías que nunca. No sabía cuánto faltaba, pero no me preocupaba. Tenía batería para caminar por horas.

Luego, el camino se puso un poco más complicado, ya que había que volver a subir. La roca estaba resbaladiza y en algunas partes me costó encontrar el camino correcto, ya que estaba todo cubierto. Además, se puso a nevar por unos minutos. El clima estaba muy cambiante.

Después, todo se volvió más fácil. No había que subir más. En esta parte de la montaña había más nieve. Mucha más nieve y hielo. Al atravesar en medio de unos árboles, encontré de frente dos lagos. Eran los lagos Tjødnane que estaban completamente congelados.

Acá hice otra pausa. El lugar lo ameritaba. Los rayos de sol aparecieron de la nada e iluminaron todo alrededor. La nieve se veía más blanca, brillante. Suena raro, pero yo sé que me entiendes.

Lagos Tjødnane Noruega
¡Qué lindo!

Después las condiciones volvieron a cambiar. El sendero se hizo más estrecho, pegado a la montaña. La nieve tampoco ayudaba mucho. Por suerte en algunas partes había cuerdas para afirmarse, ya que no había mucho espacio para pasar y con la nieve, no se distinguía correctamente que tan ancho era el camino. Cualquier paso en falso era muy peligroso.

A lo lejos se veían las aguas del fiordo. Buena señal. Significaba que estaba muy cerca. No hice mucho caso a las dificultades del sendero y apreté el acelerador. Caminé tan rápido como mi cuerpo y el camino me lo permitieron. Estaba ahí, a solo unos pocos metros. ¡No faltaba nada!

Hasta que llegué. Hasta que lo vi. Ahí estaba, cubierto de nieve, levemente separado de la montaña que le da la vida, que lo sostiene.

Había algunas personas que descansaban sin inmutarse en la cima, pese a la nieve que caía.

Me acerqué lentamente. Ya estaba ahí, no tenía por qué apurarme. Ahora tocaba disfrutar. Pero había algo que no me dejaba hacerlo por completo. Todo alrededor estaba completamente cubierto, nublado. No se podía ver prácticamente nada.

Esa sensación no duró ni un minuto. Apenas me paré sobre la roca, todos los pensamiento negativos se esfumaron al contemplar la espectacular panorámica. Era mi momento.

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El Preikestolen de Noruega nevado.

Saqué mis cámaras y me puse a tomar fotos a lo que se podía ver. Me sacaba los guantes por unos minutos y luego me los ponía rápidamente. Hacía mucho frío.

No podía creer donde estaba. Después de todo lo que me había costado llegar, finalmente estaba ahí, sobre el Púlpito, en el Preikestolen, uno de los miradores más impresionantes del mundo.

subir al Preikestolen de Noruega
Disfrutando el paisaje.

Media hora más tarde, la magia se hizo presente. La nieve paró y el cielo se abrió casi por completo. Se podía ver el fiordo y las montañas de alrededor con mucha más claridad. El panorama era aún más impresionante.

Fue mi regalo. En ese día tan especial, la naturaleza no podía privarme de ver el Preikestolen en todo su esplendor. Estaba cumpliendo años. En realidad un año. Se cumplía un año desde que había llegado a Europa, después de renunciar a mi trabajo y dejar todo en Chile. Esta era una de las razones que tenía para visitar Preikestolen ese día. Quería celebrar en un lugar especial, la fecha en la que comencé el viaje y mi nueva vida. Creo que no pude haber elegido un lugar mejor.

conocer el Preikestolen
Con sol cambia mucho.

Me quede cerca de dos horas mirando el paisaje, llenando los pulmones de aire puro y energía. La naturaleza en su máxima expresión. Yo no lo podía creer.

Y el clima me acompaño casi todo el tiempo. No volvió a nublarse más.

visitar el Fiordo de Lyseford en Noruega
Había mucha nieve.

Tenía el Preikestolen solo para mí. Las personas que estaban se habían ido, dejándome solo por algunos minutos. Aprovechando la intimidad, me senté sobre la nieve para mirar el paisaje y agradecer la oportunidad de estar ahí. Eramos el fiordo, el Preikestolen y yo.

El tiempo comenzó a cambiar y aparecieron más personas, entre ellos, una pareja de asiáticos (no recuerdo exactamente de donde), que me pidieron que les tomará unas fotos. Después, me preguntaron si también quería unas ¡Claro, porque no!

Les pasé mi cámara. Me pidieron que me quedara ahí, mientras ellos se alejaban un poco de la base. Cuando llegaron a un buen lugar, me hicieron unas señas con las manos para comenzar con la sesión de fotos, versión Preikestolen. Sin duda, son de las mejores fotos que tengo.

viajar al Preikestolen de Noruega
Ese punto sobre la roca soy yo.

Cómo se empezó a nublar, decidí volver. Apenas inicié el camino de vuelta, se puso a nevar y comenzó correr un fuerte viento blanco. A ratos no se veía nada. Tuve que esperar a que parara un poco para continuar, ya que en esa parte del camino el sendero es muy estrecho y no quería correr riesgos.

El resto del camino fue muy fácil. Sin nieve, sin viento y con sol. Nuevamente un lindo sol.

Al llegar al estacionamiento me tomé la foto respectiva junto con el letrero donde dice “Preikestolen” para tenerla como recuerdo. Un maravilloso recuerdo.

conocer el Preikestolen de Noruega
Para el recuerdo.

Después tomé el bus hasta el puerto y luego el ferry de vuelta a Tau.

Al llegar a la ciudad pasé a comprar algo para comer y para aguantar la noche. Tenía bus para Oslo la mañana siguiente, por lo cual tuve que pasar otra noche más en la estación. Un pequeño detalle.

Información sobre el ascenso a Preikestolen


  • Altura: 604 metros sobre el fiordo de Lysefjord
  • Distancia: 8 Km desde el estacionamiento hasta la cima
  • Duración: 4 horas ida y vuelta aproximadamente. Depende de tu ritmo.
  • Elevación: 500 metros
  • Dificultad: moderada. Hay algunos tramos empinados, pero en general es un sendero accesible para todos. En invierno y con nieve el tema cambia.
  • Equipamiento requerido: zapatillas de montaña, ropa cómoda y de abrigo, guantes, ropa para la lluvia, mochila para la comida y accesorios como un mapa o alguna linterna. Teléfono con carga completa que puedes poner en una bolsa de plástico para que no se moje. Por cierto, no olvides una bolsa para tu basura.

Información práctica para visitar Preikestolen


  • Comienza el ascenso temprano para aprovechar el día.
  • Trata de llevar un mapa físico, ya que no siempre hay cobertura en la montaña. Además, puede que tu móvil no funcione debido a las condiciones climáticas. A mí se me apago varias veces, a pesar de tener carga completa.
  • Clima en Preikestolen: siempre revisar el pronóstico antes de salir para tener una idea y preparar el equipamiento. A pesar de esto, ahí arriba nunca se sabe, ya que las condiciones son muy cambiantes en la montaña.
  • No subestimes la montaña: toma las precauciones necesarias para tu seguridad. Si no tienes experiencia previa, consulta información en internet o ve acompañado.

Espero que te haya gustado este relato sobre mi visita al Preikestolen, el hermoso mirador de los fiordos de Noruega.

Gracias por pasar por el blog y seguir mis experiencias viajeras por el mundo.

Saludos Viajeros.

Pato | En Modo Viajero

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