Después de una visita de un día a Venecia, última ciudad en mi paso por Italia, una nueva ciudad aparecía en el horizonte. Liubliana, capital de Eslovenia, es una ciudad pequeña, muy verde y amigable para quienes la visitan. Solo estuve un par de días ahí, pero quede gratamente sorprendido por su belleza y por su historia. No sabía mucho de ella antes de visitarla, debo reconocer.
Mi experiencia en la ciudad y algunas cosas para ver en Liubliana son las que te contaré a través del relato de este viaje que recuerdo de una forma muy especial, por como se dió y por lo que viví en la ciudad de los dragones ¡Sí, dragones!
Sigamos viajando juntos, bienvenidos a Liubliana.
¿Cómo llegar a Liubliana?
Lo hice desde Venecia en bus en un viaje de casi 5 horas.
Tomé el bus en las afueras de la estación de Venecia-Mestre (10 minutos en tren desde la estación de Santa Lucia).
Dormí casi todo el viaje. Como no encontré hospedaje barato en Venecia, pasé la noche en la estación de trenes de Santa Lucia. No fue lo ideal, pero mi presupuesto no me permitía pagar los precios que pedían por una noche. La experiencia no estuvo nada de mal y tampoco fui el único que estaba en la misma situación. La noche fue muy tranquila.
Liubliana me recibió con cielo gris y un poco de lluvia. Era domingo por la tarde y había poca gente en las calle. Mi hostel estaba cerca del centro histórico, a media hora de distancia de la terminal. No tenía prisa, por lo cual me fui caminando entre las tranquilas calles de de la ciudad.
Después de registrarme y dejar mis cosas, dediqué el resto del día a recorrer el centro de Liubliana. El hostel estaba muy cerca de todo. A dos calles de la plaza Krekov desde donde se puede tomar el funicular para subir al Castillo de Liubliana, símbolo de la ciudad, ubicado en una pequeña colina.
También está la oficina de turismo a la que puedes acudir si necesitas mayor información.
Ya era tarde y el funicular estaba cerrado al igual que el mercado de Liubliana, que funciona por la mañana en la plaza Vodnik y que se extiende desde el Puente Triple hasta el Puente de los Dragones, por la orilla del río Ljubljanica.
Poca gente caminaba por el centro, todo el comercio estaba cerrado. Solo los bares y restaurantes de la orilla del río tenían algo de movimiento. El cielo se nubló completamente y comenzó a hacer algo de frío. Decidí volver al hostel para prepararme para la noche. Tenía todo el siguiente día para conocer mejor la ciudad.
Esa noche no era una noche cualquiera. A miles de kilómetros de distancia, Chile disputaba la final de la Copa América Centenario de USA (2016) y obviamente no quería perderme el partido por nada.
La final era a las 2 AM (horario europeo). Como aún era temprano, comí algo antes de ir a la cama para seguir la transmisión previa. Tuve que ver el partido acostado y con auriculares para no molestar a las otras personas que había en la habitación, ya que la sala común estaba cerrada por la noche. A pesar de la distancia y para no ser menos, me puse la camiseta de “La Roja”, para sentirme como en el estadio, para sentirme como en Chile.
Mientras esperaba, pasó lo que no tenía que pasar: ¡Me quede dormido!
Como la noche anterior no había dormido mucho, no aguanté el sueño y en la comodidad de una buena cama, me dormí como un bebe. Por suerte alcance a despertar poco después del inicio del segundo tiempo, a las 3 AM. Todo seguía “casi” igual.
El resto de la historia es conocida. Gano Chile. En ese momento solo quería teletransportarme a Santiago para celebrar como lo estaban haciendo miles de chilenos por todo el país.
En ese minuto me di cuenta de lo lejos que estaba: en Liubliana, capital de un pequeño país de Europa llamado Eslovenia.
Por la mañana, preparé mis cosas y salí a recorrer Liubliana. No había dormido mucho, pero estaba feliz. El sueño pasó a un segundo plano, fue reemplazado por la alegría y las ganas de conocer la ciudad.
Caminé directo al Castillo de Liubliana. La colina no es muy alta, solo me tomó 10 minutos llegar a las puertas del castillo. Hay un sendero bien señalizado y de fácil acceso, imposible perderse.
El primer castillo instalado en la colina data del siglo XI, pero la construcción actual es del siglo XV. Con el tiempo ha sufrido varias modificaciones y trabajos de conservación. En la actualidad hay bares, restaurantes y también se utiliza para eventos.
Ingresé hasta el patio central y vi un par de salas que estaban abiertas al público. El castillo se puede visitar libremente, salvo por algunas exposiciones que son de pago. Luego salí hacia el mirador del patio exterior, para ver la ciudad desde lo alto.
Desde el mirador del castillo, Liubliana es una mezcla de tonalidades rojizas y verdes. Rojo por el color de los tejados y verde por los numerosos árboles y parques de la ciudad. El contraste es muy atractivo. Esto último no deja de ser importante, ya que la ciudad fue declarada en el año 2016 como la Capital verde de Europa debido a su alta conciencia ambiental y preocupación por la calidad de vida y entorno de sus habitantes.
Tuve que hacer una pausa en el castillo, ya que comenzó a llover muy fuerte. Recién estaba comenzado el paseo y no quería mojarme. Después de media hora, bajé por uno de los senderos más alejados para caminar por la orilla del río Ljubljanica.
Me sorprendió el orden y la limpieza que había por toda la orilla y en general por toda la ciudad, todo muy verde y en perfectas condiciones. La distinción como la capital verde de Europa la tenían muy bien ganada. Un lujo pasear por la ciudad.
Mientras me acerco al centro, las coloridas fachadas se reflejan en las aguas del río, entregando una maravillosa postal de la ciudad. Los pequeños barcos pasan lento, casi sin alterar la tranquilidad del río. El centro histórico está principalmente reservado para peatones y ciclistas, por lo cual el ruido de los motores prácticamente no existe. La ciudad respira tranquilidad.
Sin darme cuenta llegué a la plaza Kongresni (plaza del congreso), donde estaban alistando el escenario para un concierto de ópera, ya que eran las semanas musicales de Liubliana. Más tarde volví a la plaza para ver el concierto. El show no era gratis, pero como era al aire libre se podía escuchar muy bien desde la plaza e incluso ver a través de la pantalla gigante que había en uno de los costados.
En la misma plaza también destacan el edificio de la Universidad de Liubliana y el de la Filarmónica de Eslovenia, frente al cual se realizó el concierto.
Volví a caminar por el río hasta llegar a la plaza más famosa y visitada de la ciudad: la Plaza Prešeren. Esta pequeña plaza tiene varias cosas muy interesantes: la Iglesia Franciscana y su hermosa fachada, la estatua del poeta esloveno France Prešeren (quién da el nombre a la plaza) y el Triple Puente.
La tranquilidad que había caracterizado mi paseo se interrumpió un poco debido a las decenas de personas que transitaban por el lugar. Es el punto de encuentro de quienes viven o visitan la ciudad. Mucha gente caminando y tomando fotos del castillo, que se ve muy bien desde el puente, como también del río y de los bellos edificios de los alrededores. Es un lugar muy interesante.
La historia del Triple Puente, que une la Plaza Prešeren con la Plaza Mestni donde está el ayuntamiento, es especial. El puente central fue construido en 1842, sustituyendo a uno viejo que había hasta ese entonces. Como por la zona siempre transitaba mucha gente el puente no daba abasto, por lo cual se añadieron, entre los años 1929 y 1931, una pasarela para peatones por cada lado. La obra es del arquitecto Jože Plečnik al igual que el edificio del mercado y otros tantos que hay por toda la ciudad. Es considerado el arquitecto esloveno más influyente de la historia.
Un puente muy particular, no recuerdo haber visto otro similar.
De regreso al hostel, aproveché de pasar por el otro gran puente de la ciudad, quizás más famoso que el anterior: el Puente de los Dragones. De estilo art noveau, fue levantado entre el 1900 y 1901, reemplazando a un antiguo puente de madera.
El dragón tiene una fuerte relación con el origen de la ciudad, es el símbolo de Liubliana y está presente en el escudo al igual que en la bandera. Hay dragones por todos lados. Según la mitología, Jasón y los Argonautas habrían vencido a un gran dragón que vivía por estas tierras.
Otra de las leyendas dice que cuando una mujer virgen lo cruza, los dragones mueven la cola en referencia a una virgen que habría sido liberada por Jasón luego de matar al dragón.
Entre dragones terminé mi visita a Liubliana, no podía ser de otra forma.
El río Ljubljanica y todo lo que gira a su alrededor fueron lo mejor de mi visita. Las ciudades con ríos me gustan mucho. Lo he descubierto en este viaje. La bella arquitectura, el orden y la naturaleza también son cosas para destacar de esta bella ciudad.
Me encanta visitar lugares nuevos o poco conocidos, sin mucha información previa. Son toda una apuesta, no sabes con que te vas a encontrar.
Liubliana, la ciudad de los dragones y la naturaleza, no me decepcionó.
Qué ver y hacer en Liubliana más información práctica:
- Conocer el Castillo de Liubliana. Súbelo a pie, la colina es de fácil acceso. Más info sobre los horarios y tickets acá: Castillo de Liubliana.
- Pasear por el puente de los Dragones. Increíblemente borré las fotos que tenía de este lugar. Ya tengo la excusa para volver.
- Hacer un tour en barco por el río, si el presupuesto te lo permite. Yo caminé por la ribera y fue un paseo muy agradable. Tú eliges.
- Ir al barrio alternativo de Metelkova. No alcancé a visitarlo, pero tengo muy buenas referencias del lugar. Cuéntame que te parece.
- Disfrutar de alguno de los parques de la ciudad. El Parque Tivoli es el pulmón de Liubliana.
- Caminar por el casco antiguo, la arquitectura del lugar es muy linda. Piérdete por las calles un rato. Ojo, cuidado con los dragones.
- Visitar el Mercado de Liubliana: funciona de lunes a sábado.
- Aplicaciones de viaje que utilicé: Booking, Maps.me, Go Euro y Bus Radar.
Fecha del viaje: junio, 2016.