Autostop de Trebinje a Kotor: cruzando la frontera de Bosnia a Montenegro a dedo

haciendo autostop de trebinje a kotor

Mis días en la maravillosa Bosnia llegaban a su fin y ahora en el horizonte se asomaba otro lindo país que ya conocía, Montenegro. Estos dos países llenos de cosas en común ahora se conectarían a mi historia a través de un viaje haciendo autostop de Trebinje (Bosnia) a Kotor (Montenegro).

Un viaje especial que comenzó lento, tuvo una visita a un cementerio, ¡sí, a un cementerio!, y terminó con una fiesta inesperada.

Esto y más te paso a contar en esta crónica de mi viaje a dedo entre Trebinje y Kotor ¡Volvamos a la ruta!

Preparando el autostop de Trebinje a Kotor


Mi visita a Trebinje fue corta. Solo un día estuve en la ciudad. A pesar de esto la recorrí casi por completo en el poco tiempo que estuve. Me hubiese encantado quedarme más, pero ya quería estar frente al mar. Necesitaba ver agua, sentir, el sonido de las olas y tomar sol relajado frente al mar.

Había estado mucho rato viajando por el continente. Era hora de ver el mar. Realmente lo necesitaba.

La única forma de parar este cosquilleo en el cuerpo era viajar a la ciudad más cercana junto al mar. Estaba cerca de Croacia. Podría viajar a Dubrovnik y disfrutar del mar y sus maravillosa ciudad amurallada.

Descarté esa idea, ya que había estado en Dubrovnik un par de veces, ademas era muy caro y se escapaba de mi presupuesto.

Mirando hacia el sur estaba Montenegro y Kotor. No lo pensé más, era el destino perfecto para hacer lo que quería.

Kotor es una de mis ciudades favoritas. Tiene una pequeña y hermosa ciudad medieval amurallada, mucho ambiente y montañas. Lo más importante es que también tiene mar, ya que las aguas del mar Adriático se abren camino entre las montañas para llegar a los pies de la pequeña ciudad. Es un lugar bendecido por la naturaleza.

Con el destino elegido y después de recorrer la ciudad comencé mi viaje haciendo autostop de Trebinje a Kotor.

haciendo autostop de trebinje a kotor
Hacia Herceg Novi (Montenegro) tenía que ir.

Haciendo autostop en Trebinje


Empecé tarde el viaje. Como la mañana la aproveché para dar el último paseo por la ciudad dejé para la hora de almuerzo el inicio del autostop.

Estaba algo relajado, ya que la distancia a recorrer no era muy grande y la ruta se veía expedita hacia Montenegro. No debía demorarme mucho. Al menos en la teoría. Aun que tú y yo sabemos que el autostop de teoría tiene bastante poco.

Crucé la ciudad caminando hasta la única ruta que conectaba con el camino a la ciudad de Herceg Novi, en Montenegro. Busqué un lugar para colocar mis mochilas y comenzar. No hacía calor y corría una agradable brisa que refrescaba la tarde. El día estaba ideal para viajar.

Y comencé a esperar.

Era domingo y a esa hora de la tarde no había mucho tráfico. Ya no me sorprendía, ya que lo mismo había pasado en el viaje desde Mostar. A pesar de esto tenía mucha confianza. Sabía que iba a cruzarme con la persona correcta, solo tenía que esperar.

Después de una hora sin resultado la espera se volvió un poco incómoda. Revisé el mapa y encontré la posible causa de mi extensa espera.

Esa misma ruta se dividía un par de kilometros más adelante en dos caminos: uno hacia Montenegro y el otro a Croacia, a Dubrovnik.

Seguramente muchos de los autos que pasaban iban a Croacia. Dubrovnik es un destino muy popular para los turistas extranjeros y también para las personas de los países vecinos. De hecho, el viaje de Trebinje a Dubrovnik es más corto que a Montenegro.

Revisa mi viaje haciendo autostop entre Mostar y Trebinje, una aventura que recordaré por mucho tiempo.

Esto suponía un problema no menor, ya que iba a ser más difícil lograr que alguien parara y fuera para Montenegro.

Más de tres cuartos de hora después y cuando ya estaba decidido a caminar hasta el camino que iba directo a Montenegro paró un auto frente a mí, pero en la dirección contraria.

Un tipo joven era el que conducía. Había pasado de largo antes, ya que no iba para Montenegro, pero decidió devolverse para ayudarme y dejarme en la ruta que iba directo hasta allá. Gran gesto.

Luego de unos minutos estaba haciendo dedo en la carretera que llegaba a Herceg Novi. Con esto movimiento evitaba a todos los autos que iban para Dubrovnik. Un solo camino, un solo destino: Montenegro.

Me paré al lado de un cementerio, ya que había un muy buen lugar para esperar. Con mucho espacio y buena visibilidad.

Nuevamente comencé a esperar.

Se notó la diferencia del cambio de lugar, ya que pasaban menos autos en comparación a donde estaba. Para Montenegro no iba mucha gente.

Una hora más tarde seguía esperando. Con el correr de la tarde la frecuencia de autos, que ya era escasa, disminuyó aún más. Si no conseguía algo pronto iba a tener que dormir ahí.

Como era una posibilidad muy fuerte ya tenía el lugar elegido para pasar la noche. En realidad eran dos. El primero era una gasolinera que estaba en el cruce y el segundo el cementerio. Había una casa con una terraza en la que podía tirar la mochila y dormir. No era lo ideal, pero no podía descartarlo.

Cuando el sol ya se había escondido y los últimos rayos de luz despedían la tarde paró junto a mí una camioneta. Me acerqué corriendo a la ventana para preguntar al conductor para donde iba.

–A Herceg Novi –Respondió una señora mayor, para luego indicarme que podía dejar la mochila en la maleta, ya que en el asiento de atrás iba su perro.

Guardé la mochila, me subí como copiloto y partimos. Kotor, se veía cada vez más cerca.

haciendo dedo de Bosnia a Montenegro.
El lugar era perfecto, solo faltaban los autos.

Cruzando la frontera entre bosnia y Montenegro haciendo autostop


Adriana, la conductora, era una señora muy simpática. Apenas me subí comenzamos a conversar. Al principio hablamos un poco de mi viaje y también del suyo. Ella venía de visitar a un amigo en Bosnia y se dirigía a Herceg Novy, ciudad en la que vivía.

Era una señor mayor, yo diría por sobre los 70 años. Me sorprendió mucho cuando la vi frente al volante, ya que no es común que mujeres mayores paren debido a la inseguridad que envuelve, lamentablemente, que una mujer sola viaje con un desconocido. Ni decir con un mochilero que se encuentra en la ruta.

Es lamentable, pero muy comprensible, sobre todo por los casos de delitos que sufren las mujeres, solo por ser mujeres. Que locura.

De hecho, en nuestra conversación me dijo que no solía recoger mochileros, pero como vio que estaba solo y ya se estaba oscureciendo paró para ayudarme. Y vaya que me ayudó.

haciendo dedo en bosnia
Recordaré esa luna y los tonos rojizos del cielo por mucho tiempo.

Mientras avanzabamos por una carretera casi desierta apareció una gran compañía. Una hermosa luna llena comenzó a iluminar nuestro camino como queriendo indicarnos por donde seguir. Se veía increíble.

Conversamos mucho. Adriana comenzó a contarme acerca de como era la vida en Montenegro y como había sido en la época de la ex Yugoslavia. Hablamos del personaje principal del desaparecido país: de Josip Broz, mejor conocido como el «Mariscal Tito», el gran lider de la república socialista.

En sus palabras pude sentir cierta nostalgia por los tiempos pasados. Remarcó que Tito fue el único que pudo mantener la unidad en todo el país y apaciguar los movimientos nacionalistas y las divisiones internas.

La experiencia acumulada en sus años de vida le permitían valorar y comparar el presente y el pasado de una región en constante fricción.

Cuando faltaba poco por llegar a la frontera paramos a un costado de la carretera. No sabía muy bien que pasaba, ya que no veía nada. En eso Adriana se baja y me pregunta que si la puedo acompañar a dejarle unas flores a unos amigos al cementerio. Justo del otro lado de la carretera había un pequeño cementerio que no había visto.

Me sorprendí un poco, pero no dude en acompañarla.

Sacamos un saco de tierra y unas flores de la maleta del auto y cruzamos hacia el cementerio. Ya era de noche y la única luz que nos alumbraba era la de la luna.

Después de poner las flores y mover un poco de tierra volvimos al auto y seguimos el viaje. Fue una experiencia bastante extraña, pero agradecí poder ayudarla y tener la oportunidad de devolverle la mano por la ayuda que me estaba brindando. Nunca había pasado por un cementerio y menos haciendo dedo.

haciendo dedo entre trebinje y kotor
Nunca había visitado un cementerio de noche y haciendo dedo.

Minutos más tarde llegamos a la frontera. Como siempre que cruzo una frontera, me puse un poco nervioso. Sobre todo porque estaba cruzando a dedo con una persona que recien había conocido. Ya había cruzado varias fronteras así, pero no podía dejar de sentir nerviosismo.

Cuando llegamos a la ventanilla, Adriana pasó nuestras identificaciones (su cédula y mi pasaporte) y conversó brevemente con el oficial de turno. Por lo que pude descifrar, lo que le dijo fue que me había recogido algunos kilómetros antes y que estaba haciendo autostop.

El oficial esbozó una sonrisa, selló el pasaporte y devolvió ambas identificaciones al minuto. No hizo ninguna pregunta.

Oficialmente le decía adios a mis involvidables días en Bosnia y le daba la bienvenida a Montenegro. Kotor estaba cada vez más cerca.

Después de eso conducimos hasta Igalo, cerca de su casa. En el camino aprovecho de explicarme como llegar a Kotor a esa hora: primero debía tomar un bus hasta Kamenari para cruzar el estrecho en ferry; después de eso tenía que tomar otro bus para llegar finalmente a Kotor.

Por la hora no tenía otra opción más que viajar en bus. No podía seguir haciendo dedo.

frontera entre bosnia y montenegro
El paso fronterizo entre Bosnia y Montenegro y la luna que nos acompañó.

Me dejó justo en la parada del bus. Cuando estaba sacando mi mochila le habló a un chico que estaba en la parada y le pidió que me avisara cuando llegara a Kamenari. El chico la miró, se rió un poco y movió la cabeza aceptando la instrucción.

Al despedirnos le agradecí mucho por la ayuda y por la grata conversación. Se había portado excelente y me había ayudado mucho. Pasó en el momento preciso.

A los pocos minutos llegó el bus. En ese momento me di cuenta que no tenía dinero. En realidad tenía un poco, pero dinero de Bosnia, no euros que es lo que se ocupa en Montenegro. Me puse a revisar los bolsillos de la mochila y conseguí reunir 1.5 euros. No era mucho, pero lo suficiente para pagar el pasaje del bus.

Cuando estabamos llegando al ferry, el chico me avisó donde debía bajarme cumpliendo con lo que le había pedido Adriana. Le agradecí y me bajé donde me indicó.

Al llegar al ferry comencé a preguntar dónde podía conseguir un cajero para sacar algo de dinero. No tenía más.

Mientras estaba en eso le pregunté a unos chicos por el precio del ferry y el cajero. Me dijeron que no había cajero cerca, pero que no me preocupara, ya que el ferry era gratis para peatones.

Con eso en cuenta me subí con un problema menos. Aún quedaba uno, ya que todavía tenía que tomar un bus más hasta Kotor y ese si que tenía que pagarlo.

En el ferry me puse a conversar con un par de personas. Uno de ellos, un chico de Serbia que estaba trabajando en Montenegro, también iba para Kotor.

Del otro lado tampoco había un cajero disponible y el bus ya estaba esperando. En ese momento y con un poco de pena, me acerqué al chico y le pregunté si podía pagarme el pasaje del bus. Como los dos íbamos para Kotor, apenas llegaramos iba a sacar plata y se lo iba a devolver.

El chico me miró y después de unos segundo me dijo que me subiera. Al momento de pagar, pagó el pasaje de ambos. Le agradecí mucho y le volví a recordar que se lo pagaría apenas llegaramos. Me miró e hizo un gesto indicando que todo estaba bien.

En el camino nos fuimos conversando. Él en realidad andaba buscando trabajo en hotelería y restaurantes para la temporada de verano que estaba pronto a comenzar. Había probado en Herceg Novi y ahora iba a buscar algo en Kotor.

Era buena onda y se veía con muchas ganas. Se trabajaba mucho en verano, de lunes a lunes, pero se podía ganar bien para ahorrar para los meses más bajos, me contó.

Al poco rato ya estabamos en Kotor. El bus nos dejó justo en frente del centro antiguo de la ciudad. Apenas me bajé le dije que me esperara para ir al cajero para pagarle lo del pasaje. Me dijo que no era necesario y que no me preocupara.

Le agradecí mucho su ayuda. Después de desearle suerte en la búsqueda de trabajo nos despedimos y tomamos caminos distintos.

¡Había llegado! ¡Finalmente estaba en Kotor!


Eran más de las 11 de la noche y no pude contener las ganas de pararme junto al mar. Me acerqué a una orilla y me senté un rato con los pies colgando sobre las aguas del Adriático. Me pusé A mirar la luna y a repasar todo el viaje. Había sido un viaje largo. Nunca pensé llegar tan tarde.

Estaba feliz y muy agradecido por llegar sano a destino y completar un nuevo día de viaje haciendo dedo por los Balcanes. Esta vez uniendo dos ciudades de dos países distintos y cruzando una frontera, cosa que siempre le añade un poco de condimento a la aventura. El autostop de Trebinje a Kotor había resultado perfecto, bueno, perfecto no, pero lo habíaa completado que era lo más importante.

Después de eso me fui al hostel. Para mi sorpresa estaban en plena fiesta en la sala común y había rakia gratis para todos. Apenas llegué me sirvieron un vaso de esta bebida típica de los Balcanes. Sin dudarlo y con la adrenalina a flor de piel por el viaje lo tomé al seco, hasta el fondo.

No podía terminar un viaje a dedo por los Balcanes de mejor forma: celebrando y tomando rakia con amigos. El resto de la historia me la reservo para otro momento o para otra noche de rakia y luna llena.

autostop a kotor
Lo había logrado, estaba en Kotor. La hora, solo un detalle.

Con un vaso de rakia en la mano terminó mi viaje haciendo autostop entre Trebinje y Kotor. Un viaje muy entretenido y en que conocí personas que me ayudaron mucho.

Bosnia y Herzegovina y Montenegro son de los países que más me han gustado y en los que más he sentido la hospitalidad de sus habitantes. Este viaje no fue la excepción.

Gracias por llegar hasta acá. Si te gustó esta crónica viajera por favor compártela con tus amigos. Así me ayudas a llegar a más personas con estas historias de rutas y viajes por Europa.

¡Un abrazo viajero!

Patricio – En Modo Viajero

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